El caso de Juan II
Juan es un niño de un año y medio y aun no camina. Ana su maestra de la escuela infantil esta muy preocupada porque sus compañeros de clase con la misma edad han empezado a dar sus primeros pasos y algunos tienen una considerable autonomía.
Es verdad que los niños se desarrollan a ritmos diferentes, pero la mayoría sigue una misma cronología general. Si el niño no parece estar alcanzando las metas normales de desarrollo alrededor de la edad media en que debería de hacerlo, háblalo con tu pediatra lo antes posible.
Puede que no sea nada. Sin embargo, si el niño realmente esta retrasado en algún área de desarrollo, cuanto antes lo detectas mejor, así podrás empezar enseguida el tratamiento adecuado.
El niño comenzará a andar cuando su sistema neurálgico madure y su musculatura de espalda, piernas y glúteos se fortalezca. Ahora bien, eso no quiere decir que haya que cruzarse de brazos y esperar a que lo haga.
En primer lugar hemos de tener en cuenta que para el niño que gatea, ponerse de pie supone un reto magnifico. Y si ya domina la técnica del gateo, y se encuentra cómodo y a gusto con ella:¿ por que complicarse aprendiendo a caminar?Debemos ser pacientes y acompañar sus pequeños progresos al ritmo que el
niño imponga.
Una caída, o un golpe fuerte en los primeros intentos, puede crearle inseguridad y miedo: golpes y porrazos de diferente calidad son inevitables e incluso necesarios al principio. La mayoría no suelen tener consecuencias graves. La actitud de los padres y educadores ante caída es muy importante, porque el niño percibirá si les preocupa o no, si se asusta o no, y de estas reacciones dependen los miedos que pueda adquirir el niño. Por lo general no hay que dar importancia a las caídas en las que el niño no le ocurre nada. Debemos atenderle, si, pero no hacer de ello un drama.
En relación con este ultimó aparece el siempre difícil y polémico tema de sobreprotección: en general debemos dejarle la máxima libertad de movimientos posible, que pruebe, que experimente, que se caiga las veces que sean necesarios...
Por lo que nuestra preocupación se centrará sobre todo el entorno: con el objetivo de eliminar todos los obstáculos y peligros que puedan entorpecer sus progresos.
No hay que olvidar el peso de la herencia, si alguno de los papas fueron tardones a la hora de aprender a andar,¿ por qué extrañarnos y alarmarnos cuando nuestro hijo también se muestra perezoso?
Aunque parezca un contrasentido algunos niños cuya talla y peso están por encima del percentil que corresponde a su edad, es decir, los niños ¨grandotes´´ presentan dificultades a la hora de aprender a andar.
Tened en cuenta que cualquier enfermedad o molestia le distraerá de estas tareas. Si está o ha estado enfermo habrá que dejarle que se recupere y no insistir con la practica.
En general: sólo debemos preocuparnos si evidenciamos un retraso en la marcha, cuando éste se asocia a otros problemas.

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